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30 de junio
08:45 2025
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La inteligencia artificial se cuela en el marketing asegurador... y cambia las reglas del juego

Mientras muchos siguen hablando de transformación digital, algunas corredurías ya están usando inteligencia artificial para adelantarse al cliente. Lo que parecía futuro ya es operativa real.

En el sector seguros, la inteligencia artificial ya no es un tema de futuro. Para muchas corredurías, ha empezado a formar parte del presente, y en áreas como el marketing, su impacto ya es evidente.

Durante mucho tiempo, las campañas comerciales se diseñaban a partir de la experiencia, de la intuición o, directamente, de repetir lo que había funcionado antes. Pero el entorno ha cambiado: los clientes esperan propuestas más ajustadas, los márgenes exigen más precisión, y el tiempo, como siempre, es limitado. En este contexto, la IA ofrece algo más que eficiencia: ofrece comprensión.

Entender al cliente más allá de su perfil

Una de las principales ventajas de la IA aplicada al marketing es su capacidad para analizar comportamientos, no solo datos básicos. No se trata solo de saber que alguien tiene 42 años y vive en Málaga. Se trata de detectar patrones. Por ejemplo, un cliente que contrata un seguro de vida y poco después cambia de domicilio. ¿Podría necesitar un seguro de hogar? ¿O está reorganizando su economía familiar?

Este tipo de conexiones ya no dependen de la intuición de un comercial. Actualmente se cruzan estos datos en tiempo real y se generan recomendaciones concretas de forma automatizada.

De los viejos chatbots a los asistentes virtuales que funcionan

Muchos recuerdan los primeros intentos de automatizar la atención al cliente con chatbots. Frustrantes, repetitivos, inútiles. Eso ha cambiado.

Hoy, herramientas como EleviaBOT, desarrollada por MPM Software permiten mantener conversaciones más naturales con los clientes. Entienden lo que se les pregunta, aunque no esté formulado con precisión. Responden con información útil, guían al usuario y, lo más importante, lo hacen sin fricciones.

El impacto no es menor: el cliente encuentra respuestas rápidas, y el equipo humano se libera de tareas repetitivas que antes absorbían tiempo sin aportar valor. Eso se traduce en más eficiencia... y más tiempo para lo que sí requiere criterio humano.

Detectar el abandono antes de que ocurra

Un cliente que deja de abrir los correos, que ya no entra en el área privada o que no responde a las campañas, suele estar a un paso de irse. El problema es que antes solo lo sabíamos cuando ya era tarde.

Con inteligencia artificial, eso cambia. Es posible detectar señales débiles que anticipan una posible baja y activar una respuesta personalizada. Puede ser un reajuste de póliza, una llamada, un recordatorio, una oferta. Lo que proceda.

En un mercado donde captar un cliente cuesta cada vez más, esta capacidad de retención temprana marca una diferencia muy real.

Campañas que se corrigen solas

Antes, lanzar una campaña era como enviar un barco al mar: solo al final sabías si había llegado a puerto.

La IA analiza qué canales funcionan mejor, qué tipo de mensaje obtiene más respuesta y a qué hora hay más interacción. Eso permite adaptar la comunicación sin esperar a que termine la campaña. Y eso, en términos de conversión, se nota.

Además, al evitar el "disparo genérico", se reduce el desgaste de la base de datos. Se envía menos, pero mejor. Más afinado. Más útil.

Detectar fraudes sin molestar al cliente

En paralelo al marketing, otro uso creciente de la IA es la detección de patrones de fraude. No hablamos de convertir al cliente en sospechoso, sino de identificar incoherencias que, bien gestionadas, evitan problemas mayores.

Esto no solo protege a la correduría, también al cliente legítimo, que espera un entorno seguro y transparente.

¿Por qué no se usa más?

La tecnología está. Las soluciones existen. Entonces, ¿por qué no todas las corredurías la están usando?

Porque integrar IA no es apretar un botón. Hace falta visión estratégica, adaptación operativa y, sobre todo, personas capaces de interpretar y aplicar lo que la herramienta ofrece. Y eso requiere tiempo, formación y priorización.

También hay otro factor: el marco normativo. Cuestiones como el tratamiento ético de los datos, la protección de la privacidad o la transparencia no son detalles menores. Exigen responsabilidad y conocimiento. No lo frenan, pero sí obligan a hacerlo bien.

Un camino gradual… pero necesario

Lo interesante es que no hace falta ser una gran estructura para empezar. Muchas corredurías pequeñas ya están usando IA sin saberlo: en su CRM, en sus asistentes virtuales o en sus comparadores. La clave está en identificar dónde puede aportar más valor y dar el primer paso con cabeza.

A medida que se consolida esta transformación, veremos un sector más ágil, más adaptado al cliente y más eficiente en sus procesos comerciales. La IA no viene a sustituir al mediador. Viene a darle mejores herramientas.

Y eso, en un mercado que cada vez exige más por menos, puede marcar la diferencia entre mantenerse... o quedarse atrás.